LA BODA DE CAROLINA Y RICARDO, UNOS NOVIOS "DIFERENTES" Y LLENOS DE ILUSIÓN.

En la vida, nunca es tarde para nada, ni mucho menos para que llegue el amor. Esta historia tan bonita es la prueba de ello. “Resulta que el amor apareció de repente, no tarde -nunca es tarde-, fue de sopetón, y esas cosas no pasan nunca hasta que pasan. Amor sin remedio, lleno de admiración, de golondrinas en el estómago, de risas y celebraciones, de ganas de atesorar recuerdos y de envejecer el uno junto al otro”. Nos cuenta Carolina. 

Así, el 30 de septiembre se dieron el Sí quiero más esperado de sus vidas. Una boda preparada con mucho mimo y a conciencia ya que, como dice Carolina, “no íbamos a organizar la típica boda, no somos típicos ya, somos “novios cincuentañeros,  tenemos esa edad en la que ya no toca entrar dando saltos por un comedor lleno de gente, ni bailar a ritmos que no son los nuestros. A nuestra edad todo es más pausado y detallado, como nuestro amor, medido pero improvisado, empujados los dos por una felicidad concentrada y contagiosa, que lo impregnó todo y a todos los que nos acompañaron”.  

Ella lo tenia claro, “nada de novia encorsetada”, necesitaba un vestido que se adaptase a su edad. Es curioso, “La elección del vestido fue antes incluso que la decisión de la fecha de la boda. Se lo vi en internet a una novia cordobesa, de mi edad más o menos, y ya no fui capaz de elegir ni verme en otro. Era ese o teníamos un problema. Era adecuado para mi, impecable, maravilloso, el camisero joya más bonito del universo, imposible no brillar con él”, cuenta entusiasmada. 

El vestido lo adquirió el 4 de julio de 2022, año antes de la boda, pero Carolina, no quería bajo ningún concepto que se agotara, pues es una joya de edición limitada y lucirlo, es un privilegio. “Desde entonces ha permanecido en un “armario secreto” -para que el novio no lo viese- y a ratitos, durante este año y dos meses, a escondidas, lo he sacado, me lo he probado, lo he mirado, lo he remirado, lo he admirado, … hasta el 30 de septiembre, que me lo puse para casarme con el amor de mi vida y, lo sé y estoy absolutamente segura, fui la novia más feliz de la tierra”.

Ese día la vida se puso preciosa, de verdad, ha sido un sueño de boda y un sueño de vestido, no creo que se me pase nunca la resaca emocional que arrastro desde entonces.